domingo, 18 de mayo de 2014

Una cosa

Una cosa he demandado al cielo,
una de ellas es la silueta de tu cuerpo
bañada por el rocío del viento,
bañado por la brisa de mis besos
sobre la espesura de tu cuerpo moreno.

Vi las estrellas del cielo y en ellas un almendro,
tomé de sus ramas el fruto: tus labios morenos.
Labios de carne y fuego, besos de sol,
en ellos la gerbera florece cual amor.

En la tumba de mis días llega tu alma
de dulce perversión cual lluvia.
Suave pasión en el lindero de tu ser,
espíritu indomable: tu alma y tu piel.

Mientras, en el firmamento eterno,
tu nombre se escribe en mis labios
y en mis dedos la palabra de mi amor,
versos que arremeten contra el tiempo,
palabras para tu dulce corazón.

Una flor en la luna y en la pradera:
tu pelo aroma almendra y con ojos girasol.
Sonrientes como dientes de león al soplar el viento,
vuelan, y vuelan, y regresan a la tierra.

Así, como cristales de agua blanca,
la silueta de mi deseo, mi sueño y anhelo.
Tu cuerpo, como paloma errante, regresa
a mi pecho. Dentro, en cofre contra el tiempo,
vives y habitas como reina y como dueña
de mis versos y sus encantos.

Entras en mi vida sin permiso,
como ladrón por la noche. Como
agua por la tierra. Así tus besos
a mi alma muerta dieron vida y alegría.

Soy feliz a tu lado amada Amiga,
mi Amiga de piel sabor canela tierna.
En el verso final de mis días declaro
a los vientos lo que mi alma guarda:
Te quiero como el viento al tiempo,
te quiero como flor a suave brisa.
Eres mi aliento y mi eterna sonrisa.

-Azael Mora López-

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