miércoles, 3 de junio de 2020

La torre




En una ocasión, ahí estaba yo, escuchando las melodiosas voces de la campana en aquella torre vieja. Los aldeanos se amotinaban alrededor de la plaza principal, entonando silenciosos murmullos de palabrerías banales. Se cercaba la plaza, el silencio era muerto entre gritos y reclamos al cielo, sus ojos derramaban lágrimas tan pesadas como la lluvia en una noche helada.



¡Muerte, muerte! - gritaba la gente mientras el cielo se cerraba en torno a la tumba.



Así el final de su vida, entre gritos y palabrerías.



Y cuando hubo terminado el sepelio, los asistentes quitaron de sí las máscaras, miraron hacia el este, el sol besó sus frentes, rieron, se alegraron en sus rostros, sin embargo la tristeza se había poseído de sus corazones.



No hubo sonrisa para mí, no hubo quién se alegrase en mi visita.

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