Conocí a una doncella con el verano en su rostro,
tenía sus labios carnosos y embriagantes cual mosto,
sus ojos prendían mis deseos por su brillo cual estrellas
que en un cielo negro alumbran y guían con sus centellas.
Conocí a una doncella con el otoño en su cabello,
lucía el castaño en su corona y su rostro era perfecto,
de su paladar brotaba el mejor aguamiel del ocaso,
que refrescaba mi boca con su ardiente deseo barato.
Conocí a una doncella con el invierno en su garganta,
su vino era especiado y rociaba mi alma con su encanto,
sus palabras cual viento enfriaron el hueso de mi alma,
más cálida era la nieve que su piel blanca y sin llanto.
Conozco a una doncella con la primavera en su corazón,
de su mano todo es nuevo, y florece lo que el
mortal llama…Amor.-Giezi Azael Mora López-
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